
La Página 20-Octubre-2010
El edil de Soyapango sostiene que si bien es uno de los defensores de la propiedad social, no puede cerrar los ojos ante la propiedad privada
Última actualización: 20 DE OCTUBRE DE 2010 12:02 | por Redacción de Diario La Página
El acto de inauguración de la ampliación de Plaza Mundo, en Soyapango, ha dejado los momentos de formalidad y mientras el espectáculo de David Bisbal está por comenzar, los asistentes al evento comienzan a distenderse.
En los pasillos hay comida, mucha comida. Licor en abundancia y bebidas más allá de lo que los comensales puedan consumir.
Es una noche de fiesta capitalista. El poder económico salvadoreño se ha reunido en este municipio obrero para dar el botellazo al barco del progreso comercial. Eso están celebrando: que Plaza Mundo, una obra del Grupo Agrisal, amplíe 56 mil metros cuadrados de construcción y que Grupo Simán abra la tienda ancla de esta nueva etapa.
Los discursos de la noche han estado cargados de emotividad empresarial. Se ha hablado de las oportunidades, del empleo, del futuro.
En medio de ese mar de gente de saco, corbata, zapatos caros y maquillajes de tarde-noche está un personaje: Carlos Ruiz.
Conocido popularmente como “El Diablito”, Carlos Ruiz es todo un personaje en Soyapango. Es el alcalde. Dirigente efemelenista de hueso colorado es tal vez uno de los más exóticos personajes de la izquierda salvadoreña.
No ha llegado de traje. Fiel a su marxismo inculcado desde la juventud y acrisolado en la guerra y en la paz, en las torturas y el exilio, El Diablito Ruiz lleva guayabera roja y su típica gorra verde olivo donde una estrella roja y las banderas de Cuba y Venezuela recuerdan su pedigrí político-ideológico.
Ruiz, comunista oficialmente desde 1969, es un invitado especial. Incluso le han dado una placa de reconocimiento al municipio que gobierna en su tercer periodo. Al día siguiente aparecerá en los diarios y televisoras al lado de los magnates salvadoreños, cortando la cinta que da paso oficial a los compradores.
El alcalde soyapaneco no tiene reparos en departir con la crema y nata de sus rivales políticos. Incluso, no le resulta embarazoso aplaudir el éxito de sus contrincantes en la arena partidaria ni mover los cubos de hielo en su vaso con bebida que le refresca un poco la noche.
Porque, en el fondo, Carlos Ruiz no tiene nada que perder. Sus voto duro en Soyapango sabe que él no cambia sus ideales. Y mientras David Bisbal comienza a arrancarle gritos a las jovencitas de clase alta que han llegado con sus padres, El Diablito Ruiz reitera, a Diario La Página, lo que todo el mundo ya sabe o sospecha.
¿Qué impresión le genera el hecho que abra este tipo de negocios en el municipio que usted gobierna?
Que viene un crecimiento en el desarrollo económico, particularmente en el intercambio comercial y que genera --en primer lugar-- una fuerza de trabajo y esperanza. Soyapango será beneficiado de ella, no lo dudamos. Por eso no hemos puesto ningún obstáculo; por el contrario, hemos facilitado tal y como la ley lo manda para que se establezcan empresas de esta naturaleza.
Como líder del FMLN ¿qué piensa cuando ve a la empresa privada invirtiendo en El Salvador?
El FMLN no tienen ningún inconveniente en que la empresa privada busque el desarrollo de nuestro país, y que defienda nuestra soberanía y nuestra independencia; para nosotros es bienvenido, nosotros nunca lo hemos negado, siempre hemos reconocido ese esfuerzo; y en ese sentido creemos que este es un intercambio con un funcionario público propuesto por el FMLN… ¿cuál es la directriz? Que tenemos que construir el país, el país no es de alguien en particular, el país es de todos, construyámoslo juntos.
Juntos ¿entre quiénes?
Juntos, la sociedad en su conjunto; trabajadores y empresarios, y particularmente trabajadores y empresarios que tengan en el centro de la atención la defensa del interés nacional.
¿Deberían unirse en la construcción de país ARENA y el FMLN?
Mire, yo creo que nosotros no tenemos ningún afán en particular de rechazar. Decimos “el país es de todos”. Ahora bien, los principios deben ser los mismos, y universales. Y esto es el camino, la creación del futuro para toda la sociedad; no queremos ver niños y niñas sin escuelas, no queremos ver familias desesperadas. Creemos que debe haber producción de riqueza y la distribución justa de la misma.
¿Y quién debe producir la riqueza? ¿El Estado? ¿Debe el Estado administrarla?
El Estado tiene un papel preponderante; soy parte de los que creen en la propiedad social, de eso que no quepa ninguna duda, pero no por eso cierro los ojos a la propiedad privada.
¿Debe El Salvador encaminarse a un modelo socialista?
Como principio y como objetivo que no va a depender de nosotros… depende del pueblo. No renunciamos a ello.
Se ha criticado que el Presidente Mauricio Funes se haya alejado de los principios y creencias del FMLN que lo llevó al poder ¿usted qué opina de eso?
Yo creo que el presidente Funes desarrolla lo que él tiene como criterio. No es indispensable que en todo coincida con el FMLN, por eso es que se ha construido un gobierno de unidad nacional.
¿Se equivocaron al elegir a Funes?
No creo en ningún momento semejante cosa. Creo que era necesario este paso.
¿Y cuál es el siguiente paso?
Construir… batallar por construir la ruta que nos hemos trazado.
¿Cuál es esa ruta, señor alcalde?
Nosotros no renunciamos al socialismo, pero no lo imponemos. Buscamos construirlo con la voluntad de todos.
¿Y qué tipo de socialismo?
Mire, el salvadoreño.
Decía José Luis Merino a DIARIO LA PÁGINA “un socialismo con sabor a loroco”
Ja, ja, ja… el (socialismo) salvadoreño; yo no puedo pensar… no estamos buscando copiar a nadie. Debemos producir lo nuestro, construir lo nuestro y generarle claridad y fe a las actuales y nuevas generaciones.
Oiga ¿y en este socialismo que ustedes están construyendo hay cabida para la empresa privada?
Bueno, yo creo que aquí todo lo ponemos a prueba. Todos estamos a prueba, por eso decimos que la construcción (del país) no tiene propietario privado.
Dicho esto, el alcalde acepta posar para una fotografía. Y luego se marcha a dar una vuelta, a saludar gente. La bebida en su vaso está por terminarse.