
Contrapunto 03-Enero-2011
Luego de diez años que la divisa estadounidense sustituyera al Colón en El Salvador, el alance de su desempeño es más negativo que alentador
Atrás había quedado el año 2000 con su fantasma del Y2K, aquel supuesto error informático que llegaría con el nuevo milenio, el anunciado caos que tendría el Mundo por la desconfiguración de los sistemas operativos de las computadoras nunca llegó.
En El Salvador el caos sí fue una realidad, llegó un año más tarde, con el primer día del 2001. Su nombre: Ley de Integración Monetaria (LIM) o popularmente conocida como la dolarización.
La moneda nacional: el Colón, fue sustituida gradualmente por los dólares estadounidenses. Diez años han transcurrido desde entonces, el dólar sigue circulando en el país y los colones fueron embodegados, algunos son pieza de colección.
Como en aquella vitrina de una venta de antigüedades en un lujoso centro comercial de la capital en donde se comercia irónicamente un billete de cinco colones por uno de cinco dólares.
Rafael Hernández, tiene once años, cursa sexto grado y nunca vio a los colones circular, su moneda siempre fue el dólar. Cuenta que conoció un billete de colón porque su papá se lo mostró.
El chico nació en 1999, dos años antes de que entrara en vigencia la Ley, pero cuando aprendió a manipular el dinero lo hizo con la divisa estadounidense. En su colegio, en la clase de matemática le enseñaron a intercambiar los billetes verdes americanos y no añora los colones.
“En el colegio nos dijeron que el colón era la moneda antigua, eso”, dijo a ContraPunto.
Dolarización
El dólar comenzó a circular en enero de 2001 y no hubo marcha atrás, pese a las numerosas protestas de organizaciones civiles y los dos terremotos de enero y febrero, que dejaron más de 1.200 fallecidos y serios daños a la economía del país.
Una década después hubo que hacer un análisis de la medida. Uno de los más importantes fue presentado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el estudio “Efectos de la dolarización oficial en el desempeño macroeconómico de El Salvador”.
El informe señala que la decisión de dolarizar la economía salvadoreña se dio con un antecedente en el que predominaba la liberalización de los años noventa, el incentivo de la inversión en reconstrucción, la apertura financiera y el crecimiento de las exportaciones,
Además, existía un cambio fijo desde 1993, que provocaba una inflación baja, tasa de interés altas y un crecimiento económico “bueno”, pero que se desaceleró a partir de 1996.
El ex presidente Francisco Flores (1999-2004) adoptó la idea de la dolarización, luego de la sugerencia del economista chileno Sebastián Edwards.
Con la dolarización se reduciría el riesgo cambiario, lo que implicaría menores tasas de interés, el despegue de la inversión y las exportaciones tendrían efectos positivos, así mismo habría una reducción de los costos de transacción y se consolidarían las bajas inflaciones.
Para diversos analistas y economistas, los beneficios de la dolarización anunciados con bombo y platillo nunca llegaron. El mismo gobierno del presidente Mauricio Funes ha reconocido el fracaso de la medida, pero aseguró que la mantendrá porque desdolarizar traería daños más serios.
“Capítulo cerrado”, dijo el mandatario y descartó que haya miembros del gabinete económico que deseen regresar al Colón o crear una nueva moneda llamada “Atlacatl”, como llegaron especularon algunos medios.
Sin embargo, el presidente del Banco Central de Reserva (BCR) Carlos Acevedo sostuvo que el matrimonio entre El Salvador y el dólar “no ha funcionado bien”, pero que el Gobierno buscaba hacerlo funcionar, aunque ellos no hayan decidido casarse con la moneda.
Según su análisis, la dolarización en El Salvador no tuvo buenos resultados porque cuando se implementó el nivel de reservas internacionales netas no eran suficientes, no se solventó el desequilibrio fiscal y tampoco se impulsaron inversiones en el capital humano.
Las críticas contra la dolarización recaen en el encarecimiento del costo de la vida, el aumento en el precio de los bienes y servicios, la pérdida de facultades de emisión de moneda y la pérdida del poder adquisitivo.
En términos macroeconómicos los azotes tienen que ver con el crecimiento del déficit fiscal y de la deuda pública.
Los críticos de la dolarización, sobre todo sectores de izquierda, piden el retorno del colón o medidas alternativas al dólar, mientras que los grupos conservadores del país exigen su continuidad. Hasta el momento no hay discusiones al respecto.
El Salvador no es el único con este debate, el Ecuador también mantiene su economía dolarizada desde hace una década y su aplicación le trajo más problemas que soluciones.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa, economista y miembro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), ha reconocido en la dolarización “la peor cantinflada” económica de su país, pero no la revertirá para evitar daños más serios.
Recuerdos cambiarios
Ana Cecilia Argueta, de 45 años, ama de casa y madre de Rafael, recuerda con comicidad y recelo los primeros días de enero cuando hacer intercambios comerciales en el país era un completo caos.
Rememora aquellos días como con calculadora en mano multiplicaba o dividía, según el caso, entre 8.75 para obtener la cantidad esperada. “Muchas veces me bajaron”, dijo entre sonrisas.
Para ella, la idea de la dolarización en un principio resultó tentadora, entonces recibía remesas desde los Estados Unidos y se evitaba la fatigosa tarea de cambiar la moneda, pero poco a poco se dio cuenta que no trajo ningún beneficio.
“En parte si me pareció, porque pensamos que íbamos a gastar dólares e íbamos a ganar dólares, pero no me pareció cuando vimos que la cosa ya fue diferente, que gastábamos dólares y ganábamos colones, allí ya no me pareció”, expresó.